sábado, 6 de marzo de 2010

ABDALA, EL LOCO QUE AMA


Jaime Abdalá Bucaram Ortiz, nació el 4 de febrero de 1952 es un político ecuatoriano, fue Presidente de la República (1.996 – 1997) por un breve lapso, destituido por el Congreso por incapacidad mental. Se hace llamar el loco que ama. Su padre nació en Ambato, sus abuelos paternos fueron libaneses.
Abdalá Bucaram, de ascendencia libanesa, nació en Guayaquil en el seno de una familia que ha logrado obtener por elección popular varios puestos y cargos políticos en los últimos treinta años: su cuñado fue Jaime Roldos, quien fuera presidente de la República; su tío fue Asaad Bucaram Elmhalin, líder político, cofundador del partido Concentración de Fuerzas Populares (CFP); que llevo al poder al ex presidente Jaime Roldos. De personalidad extravagante, una de sus características fue hacer alarde en público de comer guatita, tocar guitarra, jugar básquet, bailar y cantar canciones como El rock de la cárcel, siempre declarándose ser "uno más del pueblo".
La carrera pública de Abdalá Bucaram se inició cuando fue nombrado Intendente de la Policía de Guayaquil a los 28 años, gracias a las influencias de su hermana Marta, esposa del recién elegido presidente Jaime Roldós Aguilera en 1.979.
Aprovechando la influencia política del apellido "Bucaram", Abdalá se postuló a la alcaldía de la ciudad de Guayaquil por el populista Partido Roldosista Ecuatoriano (PRE), del que es miembro fundador y director supremo. A pesar de sus campañas de "moralidad" pública su administración se caracterizó por graves acusaciones de latrocinios, coimas y negociados, y una total ineficiencia de los servicios municipales.
Bucaram se vio obligado a renunciar a la Alcaldía, tras un juicio por injurias planteado por las Fuerzas Armadas del Ecuador, pues Bucaram había declarado que éstas sólo servían para desfiles marciales. Tras la renuncia, viajó a Panamá acompañado del Prefecto de la provincia del Guayas, el también renunciante Alfredo Adum. En Panamá recibió asilo político, aunque siguió participando de la vida política ecuatoriana.
Bucaram recibió una amnistía por sus delitos de corrupción, lo que le permitió regresar en 1987 y candidatizarse a Presidente de la República, en una maniobra legislativa patrocinada por el propio presidente León Febres Cordero, quien esperaba que la candidatura de Bucaram minara la del social demócrata Rodrigo Borja, otro enemigo político de Febres Cordero. Sin embargo, la negativa imagen del gobierno socialcristiano de Febres Cordero afectó al candidato de esa tendencia, lo que derivó en que Bucaram y Borja pasaron a la segunda vuelta electoral.
En 1.988, Rodrigo Borja venció a Bucaram en una elección en que el candidato populista hizo gala de un lenguaje procaz para atacar a su contrincante.
Su candidatura en 1.992 no logró mejores adhesiones que la aventura anterior, quedando fuera. En la elección de segunda vuelta, fue elegido presidente Sixto Durán Ballén. Durante los cuatro años siguientes, Bucaram siguió manteniendo un papel protagónico en la vida política ecuatoriana, especialmente a través de alianzas políticas en las que él aportaba los votos legislativos del PRE a determinadas leyes e interpelaciones, a cambio de impunidad para sus juicios por peculado y los de su entorno.
En 1.994, ante la debilidad del gobierno de Durán Ballén, el PRE de Bucaram se alía con el PSC de Febres Cordero, con el fin de captar las dignidades del Legislativo y presionar al gobierno para más prebendas. Por lo insólito de la unión legislativa entre enemigos jurados como eran Bucaram y Febres Cordero, la prensa preguntaba constantemente la razón y los alcances de este pacto -aparentemente- contra natura. Ante la insistencia de los periodistas, Bucaram declaró en esa ocasión que hizo el pacto "porque le dio la gana". Esto le ganó a la alianza PSC-PRE el mote o apodo de Pacto de la Regalada Gana.
Bucaram se lanza a la Presidencia por tercera vez. En esta ocasión, elige como candidata a vicepresidenta a Rosalía Arteaga, ex ministra del saliente gobierno de Durán Ballén, quien había alcanzado notoriedad al oponerse a los planes conservadores de Durán Ballén en la educación pública.
Arteaga facilitó la penetración del PRE en el electorado de la sierra ecuatoriana. Este fenómeno y la explotación del miedo de la serranía a un nuevo gobierno socialcristiano (Febres Cordero fue ampliamente criticado por violaciones a los derechos humanos), permitieron que Bucaram obtenga suficientes votos para llegar a la segunda vuelta electoral en competencia con el socialcristiano Jaime Nebot.
Nebot y Bucaram realizaron campañas agresivas y millonarias, producto de lo cual terminaron casi empatados. El día de la elección, los canales que cubrían la noticia no pudieron dar el nombre del presidente electo sino horas más tarde. Finalmente, Bucaram fue declarado ganador de la elección con cerca del 8% de diferencia sobre Nebot. En las ciudades más populosas (Guayaquil y Quito), y en sus respectivas provincias, Bucaram perdió la elección, pero su triunfo en las demás provincias fue tal que sobrepuso esta pérdida en las ciudades más pobladas.
Bucaram asumió el cargo ofreciendo diálogo y madurez. Sin embargo, las contradictorias y excéntricas medidas del presidente, así como de los cambios administrativos, la inundación de personal en entes públicos como pago por favores políticos motivaron un incipiente movimiento para reclamar a Bucaram.
Su gobierno, que solo duró poco más de seis meses, adoptó el modelo económico neoliberal con un amplio programa de privatizaciones de empresas estatales. Se habla del establecimiento de una cleptocracia a nivel del estado. La excentricidad del entonces mandatario incluía conciertos privados con el grupo Los Iracundos.
El estallido social no se hace esperar y el 5 de febrero de 1997 una serie de organizaciones sociales salen a las calles para, en una multitudinaria marcha en todas las ciudades del país, expresar su repudio a la naciente administración Bucaram.
El congreso de la nación, en consideración del estado de decadencia de la gestión pública, sumado al malestar generalizado, destituye al presidente Bucaram con el argumento de la incapacidad mental, sin examen médico alguno y con solo 44 votos que representaban una mayoría simple, sin tener las dos terceras partes que se requiere constitucionalmente para el efecto. Asume la presidencia interinamente la vicepresidenta Rosalía Arteaga, para dar paso al entonces Presidente del Congreso, Fabián Alarcón.

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